Introducción: Una planta, muchas historias
La cannabis no es solo una planta medicinal o recreativa. Es también un símbolo. Un espejo donde se reflejan siglos de opresión, resistencia y sabiduría ancestral. En este artículo, exploramos cómo la historia de la cannabis está profundamente entrelazada con los procesos coloniales y cómo, desde el Sur Global, emerge una narrativa de descolonización que merece ser escuchada.
Cannabis antes del colonialismo: una sabiduría ancestral
Mucho antes de la llegada de los colonizadores europeos, muchas culturas del Sur Global —África, Asia, América Latina— ya cultivaban y utilizaban la cannabis con fines rituales, medicinales y espirituales. Era parte de la vida cotidiana y estaba integrada en cosmovisiones que entendían a la planta como un puente entre el cuerpo, la mente y la naturaleza.
Desde los ritos chamánicos en los Andes hasta el uso ayurvédico en la India, la cannabis tenía un lugar sagrado. Su criminalización no fue más que otra forma de borrar y reprimir estos saberes.
Colonialismo, prohibición y estigmatización
Con la expansión de los imperios coloniales, llegaron también las prohibiciones. La cannabis fue demonizada, tachada de “droga del salvaje” o “planta del vicio”. La intención era clara: desacreditar las culturas del Sur y reemplazar sus sistemas de salud, espiritualidad y agricultura con los modelos occidentales.
Países como Marruecos, México, Jamaica o Brasil sufrieron siglos de políticas prohibicionistas impuestas desde el Norte Global, muchas veces con fines económicos y de control social.
¿Qué nos revela la cannabis sobre el colonialismo?
La historia de la cannabis es también la historia del poder. De quién tiene el derecho de decidir qué es medicina, qué es espiritualidad y qué es legal. Hoy, mientras empresas del Norte Global hacen millones con la legalización del cannabis, comunidades campesinas e indígenas siguen siendo criminalizadas por cultivarla.
Este doble rasero revela una gran hipocresía y pone sobre la mesa una verdad incómoda: el colonialismo nunca desapareció, solo cambió de forma.
Descolonizar la cannabis: una tarea urgente
Hablar de descolonización no es solo revisar el pasado. Es transformar el presente y el futuro. Significa:
- Reconocer los saberes ancestrales sobre el uso de la planta
- Garantizar que los beneficios económicos lleguen también a los pueblos originarios y campesinos
- Legalizar con justicia social, no con fines meramente comerciales
- Respetar la soberanía de los territorios y sus formas de cultivar
La descolonización del cannabis pasa por devolverle su dignidad histórica y cultural.
Cannabis, conciencia y revolución
La cannabis, cuando es comprendida más allá del consumo recreativo, puede ser una herramienta de autoconocimiento, conexión espiritual y sanación colectiva. Desde el Sur Global, muchas voces están reclamando esta narrativa, invitando al mundo a ver la planta no como amenaza, sino como aliada.
En tiempos de crisis ecológica, mental y espiritual, ¿por qué no volver a escuchar lo que nuestras abuelas ya sabían?
Conclusión: la revolución será descolonizada… y tal vez canábica
Cannabis y colonialismo están más relacionados de lo que muchos creen. Comprender esta relación es clave para construir un mundo más justo, consciente y libre. Desde el Sur Global, las voces que defienden la descolonización de la planta no solo reclaman justicia histórica, sino también un nuevo paradigma de relación con la naturaleza, con el cuerpo y con la comunidad.
La cannabis no es solo una planta. Es memoria. Es lucha. Y es futuro.